Mirones.
Cuándo ese ojo se desvía de ladito, a mi se me resbala el mundo. Se me vuelve gelatina, me vuelvo parte él, te miro y me escurro entre tus dedos. Soy ese riachuelo dulce hasta los tuétanos que te recorre completo y te deja un caminito de piedras detrás.
Lo admito tengo el temperamento de una ígnea, y eso me hace exageradamente susceptible, me hierve la sangre, me apresura el corazón y me hace sentir cada segundo a una temperatura de 50 grados centígrados. Tú me hacer hervir, de la manera más sutil.
Me miras y tiemblo.
Lo admito tengo el temperamento de una ígnea, y eso me hace exageradamente susceptible, me hierve la sangre, me apresura el corazón y me hace sentir cada segundo a una temperatura de 50 grados centígrados. Tú me hacer hervir, de la manera más sutil.
Me miras y tiemblo.
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