Ventiseís
Y si fuera argentina podría decir que este amor me sabe a Matecocido.
Ya sé que odias, pero con sólo pronunciar esa palabra la boca se me hace charquito, y pienso en lo más cercano al delirio, a esa felicidad que me estrella las pestañas.
Es extraño, pusilánime e impulsivo, va desde la gama del azul al verde encendido con ínfulas de amarillo, va desde las noches de ronquidos al unísono hasta los amaneceres imperceptibles.
Nadie dijo que lo incoherente tuviera que ser tan dulce y ahora yo me siento como la pobladora número 5000 de un planeta casi inerte.
No me muevo, no respiro.
Pero no necesito dar piruetas para sentirme con vida. La vida la llevo por dentro contigo, amarrado a mi estomago. La llevo enterrada al ladito de los martes y jueves de cada semana, y en diagonal a las tantas veces que muero de aceleración cardíaca o deshidratación táctil cuando sales a dar un paseo por mi cabeza, y te encuentro justo al frente, rozándome la nariz.
Es contradictorio puedes matarme, destruirme, volverme de algodón y revivirme cada vez que se te de la gana; creo que me gusta, me irrita y me hace engordar el corazón a la enésima potencia.
Ya sé que odias, pero con sólo pronunciar esa palabra la boca se me hace charquito, y pienso en lo más cercano al delirio, a esa felicidad que me estrella las pestañas.
Es extraño, pusilánime e impulsivo, va desde la gama del azul al verde encendido con ínfulas de amarillo, va desde las noches de ronquidos al unísono hasta los amaneceres imperceptibles.
Nadie dijo que lo incoherente tuviera que ser tan dulce y ahora yo me siento como la pobladora número 5000 de un planeta casi inerte.
No me muevo, no respiro.
Pero no necesito dar piruetas para sentirme con vida. La vida la llevo por dentro contigo, amarrado a mi estomago. La llevo enterrada al ladito de los martes y jueves de cada semana, y en diagonal a las tantas veces que muero de aceleración cardíaca o deshidratación táctil cuando sales a dar un paseo por mi cabeza, y te encuentro justo al frente, rozándome la nariz.
Es contradictorio puedes matarme, destruirme, volverme de algodón y revivirme cada vez que se te de la gana; creo que me gusta, me irrita y me hace engordar el corazón a la enésima potencia.
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