El Chupacabras.

Ella en las noches le tiene miedo a los monstruos, pero se toma una dósis de café bien cargado y se pone una almohada en el pecho para que nadie le haga daño, asi busca no perder de vista ni un rincón de la habitación.
Con la cafeina en un 80% se olvida hasta del monstruo que le habita la cabeza, no lo sabe pero este le rasga las entrañas de vez en cuando, es el más perjudicial... Aunque ya sabe jugar con él, sólo le regala amores y uno que otro suspiro como plato especial.... Se divierte y la devora viva.

Con letargo se debilita la luz, y cada vez los numeritos en el reloj de la mesa se hacen menores, de 10 a 1 y todo vuelve a comenzar, de 1 a 2 y sus dos pupilas son lo único que brilla en medio de tanto negro. Las pupilas son negras pero estas si que brillan!
Con los ojos desorbitados analiza milimétricamente cada pared, cada manga de abrigo que le hace ojitos desde el closet, cada luz que se escabulle por la ventana, cada sombra que a final de cuentas la hace temerse hasta de ella misma. Las arrugas de la cama se hacen hostiles y ella no sabe si escabullirse, taparse por completo o ser devorada por el monstruo que debajo de la cama ronronea y la hace tiritar.

Ahora lo sabe, se hizo amiga de los mounstruos pero es una amistad peligrosa, de esas que le arrancan de a poquitos los pedazos de azucar que la recubren por dentro, sólo sonrie y se rie a carcajadas mordisqueando el aire a las patadas. Bocanadas de hierro.
Ya no sabe si dormir, o quedarse jugando a las escondidas bajo el edredon con él.
Creo que nunca le gustó dormir, entonces le da la bienvenida a los monstruos.

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