Abracadabra y Boalá!

Si mi cielo, somos magos.
Susurramos abracadabra despacito y las nubes ya se apoderan del suelo, suenan violines de fondo y la pared se tiñe de rosa.
Sí mi cielo, somos magos.
Al aparecer las nubes están hechas de algodón de fácil fragmentación, y qué decir de los violines, si son un par de ebrios realizando una apuesta de romanticismo barato por más alcohol. ¿Y el rosa?, en medio de nuestro daltonismo psicológico creo que somos un poco infelices, ya era hora de un poco de realismo.
Sí mi cielo, somos magos.
Hablamos, hablamos, hablamos y afuera el mundo se destruye. Nos escondemos y el tiempo nos corretea los talones, nos abrazamos y el reloj de bolsillo me deja de quemar la sien.
Sí mi cielo, somos magos.
Después de tantos ruiditos, e historias de baja relevancia, a la creatividad se la comieron las miradas distantes. El tiempo nos pasó una cuenta de cobro, y ahora nadie quiere pagar.
Sí mi cielo, somos magos.
Eramos tan temibles que hasta la vida se convirtió en un temblor permanente.
Sí mi cielo, somos magos.
El temblor eran simples problemas cardíacos que quedaron resumidos en un unísono definitivo.
Sí mi cielo, somos magos.
La magia siempre será tan intermitente, que nunca logrará desaparecer del todo; y si llegase a desaparecer, no somos los únicos magos en este reino.

Comentarios

Anónimo ha dicho que…
Usted tiene esa magia que no se encuentra por las calles a menos que se topen sonrisas con ideas surrealistas. Nunca me la he topado lastimosamente.
Le pregunto ¿Es así de mágica su vida, tal y como la escribe?
Anónimo ha dicho que…
déjeme decirle que usted escribe hermoso, perdone el prejuicio pero no pensé encontrar a una mujer que lo hiciera, me quito el sombrero y aplaudo aunque no me escuche (imagínese los aplausos por favor) siga así (escribiendo e imaginándose los aplausos).

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