Holalluviaenlaventana.
Una noche un poco más tibia que todas las demás, la del deseo en el nombre y una E de EnsueñoEstupido de más, decidió aparecerse por la vida de un alguien. Era anacrónica, rosada e irritable mente enamoradiza, con sólo decir que hasta una paloma hinchada lograba erizarle los pelos y enlagunarle las pupilas. ¡Una paloma hinchada!, creo que el hecho de ver a dos caninos pegados podría llegar a hacerla implotar y quedar en coma emocional por un par de horas.
-"El amor de las palomas (suspiro)... alguna vez alguien me dijo que las palomas eternizan el querer y lo hacen sinónimo/seudónimo/apodo de un sólo nombre, de un sólo conocido"
-"El amor de las palomas (suspiro)... alguna vez alguien me dijo que las palomas eternizan el querer y lo hacen sinónimo/seudónimo/apodo de un sólo nombre, de un sólo conocido"
Al parecer la vida se le alejaba por completo de la naturaleza de las palomas y después de tantos romances aéreos, esa bandada de conocidos ya le estaba enfermando la calma, torciendo el vestido y dejando una cara de pocos amigos.
Ella es Desire, la del deseo en francés, y los ojos estrellados.
La que habla, grita y dice. Dice, dice, que de tanto "Desir" se canso de ella y su estúpida é autoagregada, agregada y preparada para agregar.
La de los labios entomatados, las mejillas ruborizadas y la groupie de la lluvia.
123456789 diez 111213141516171819 veinte gotas, un dragón, una mariposa, un moco sin forma y una carita feliz escurridiza se estrella contra su ventana. Y la lluvia.
Lluvia cada vez más lluvia, una nube regordeta se le metió por la nariz, de tanto aspirar invierno por la boca.
Lluvia cada vez más lluvia, una nube regordeta se le metió por la nariz, de tanto aspirar invierno por la boca.
-"Estoy mamada del clima pre-apocalipsis, el sol me coloretea más y tanto calambre en las entrañas, me está volviendo de yeso. Aunque de vez en cuando uno que otro abrazo me vuelve los brazos sin huesos, como gelatina sin sabor. " Le dice entre balbuceos al alguien que le sonríe a escondidas, en medio de tanta agitación. Los cuatro brazos temporales no le sentaron del todo mal. Hasta la luna Gruyer de esa noche tibia, los besos de los conocidos le habían sabido a tierra.
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