Neurodegenerativo: Eso eres.

A veces me rebusco en medio de un saco de recuerdos y lo único que consigo es enredarme en un hilito y volverme dejavú.
Como me gustaría traer a la de antes, a la enamoradiza, colérica y diabética; a la que empezó escribiendo mejillas sonrojadas, un par de balbuceos indescifrables, a la que duró embelezada no se que tantos días a causa de nubes estomacales y descendió por un abismo interminable...
Como amo la adrenalina, los nervios, eso que me inyectabas a escondidas con los ojos paralizados en medio de tanta miel.
Como extraño que se me resquebraje la barriga mientras mi tranquilidad juega a las vencidas con el reloj, mientras el parkinson se apodera de mi saludo y se me tuercen las palabras: iosdjaslkdjakldjakdlajkldasjdaksldjaskdljasipjdaskdjaskdaj doaskljdsalkdjalskdjakdjakldjakldjakdj.
Planeando encuentros de ensueño sin migas de rutina, de malas caras, de:
"Cojo mi mala cara y me voy de aquí.
No sé las veces que me reinventé".
Creo que una persona llega a reinventarse unas 10 veces a diario, 80 a la semana (contando las noches largas); se contradice 1000 veces y se autodestruye 2.
Una reinvención para cada coloración del cielo, una pijama de puntos rosa para cada media naranja asomada por la ventana. Esto sin contar la lista de números que aborda las mañanas.
Extraño tantas cosas, que siento como su tuviera 500 primaveras amenazandome la piel, las manos y la memoria. Y sí, estás en cuenta regresiva, y ya no sé como desactivarme por dentro para que te quedes un rato más. No sé si tragarme 10.000 pastillitas para la memoria o dejarte en manos de mi Alzheimer, como esa sonrisa efímera después del huracán.
Huracánico, llegaste a mi y
apocalítico te arrancaste de a pocos, dejandome
costricas e infectada la calma.
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