Extraños.

A mi me gusta creer que las personas son infinitas, incontables e incontrolables. Creer que ésta es una de esas historias que de tanto entrelazarse nunca termina. Y si, eres una historia que se enredó a mi mándibula y ahora no dejo de balbucearte, de sonreírte.

No me gusta contar el número de lunares que te recorren los labios, o conocer la cantidad de paparpadeos que das cuando estas nervioso, las veces que has desaparecido o las horas que no has sentido. No me gusta sólo porque cuando dimensionas la magnitud/repetición/o ausencia de algunas cosas, la cabeza lo hace rutinario y el mundo deja de desbordarse entre los dedos.

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